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Vamos en camino al “infierno económico” por culpa del socialismo

Vamos en camino al “infierno económico” por culpa del socialismo

Análisis de Guillermo Barba @memobarba para semanario financiero Santa Cruz Económico. FOTO: Guillermo Barba: licenciado en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster en Economía de la Escuela Austríaca por la Universidad Rey Juan Carlos  (URJC) de Madrid, España. Es un profesional formado además en las teorías de la Nueva Escuela Austríaca de Economía (NASOE, por sus

Análisis de Guillermo Barba @memobarba para semanario financiero Santa Cruz Económico. FOTO: Guillermo Barba: licenciado en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster en Economía de la Escuela Austríaca por la Universidad Rey Juan Carlos  (URJC) de Madrid, España. Es un profesional formado además en las teorías de la Nueva Escuela Austríaca de Economía (NASOE, por sus siglas en inglés), fundada por el Prof. Antal Fékete. Fue alumno de prominentes pensadores “austríacos” como Jesús Huerta de Soto, Miguel Angel Alonso, Philipp Bagus y Juan Ramón Rallo. Es un férreo defensor de la libertad individual, de la propiedad privada, los mercados libres y el dinero honesto. Es promotor del patrón oro y de la monetización de la plata.


 

El socialismo está de regreso en muchas partes del mundo, y no hablamos de una izquierda “moderada” o de “socialdemócratas” (socialistas “light”), nos referimos a políticos y otros personajes que simpatizan o abrazan abierta o encubiertamente las ideas del comunismo y todo lo que representa.
Pese a que Venezuela es el ejemplo más claro, reciente y cercano de cómo el socialismo destruye la riqueza y acaba con las libertades individuales, más personas están dispuestas a votar por este sistema. Ya lo vimos en México y puede pasar en otras partes, como Estados Unidos.
El pasado 19 de febrero, el senador independiente por Vermont, Bernie Sanders, anunció que buscará nuevamente la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. En 2016 peleó por la nominación del Partido Demócrata, pero Hillary Clinton y sus “superdelegados” le cerraron el paso.

24 horas después de anunciar sus intenciones de contender por segunda vez por la presidencia, Sanders recaudó cinco millones de dólares en fondos para apoyar su candidatura. Esto nos da la idea de que millones de personas están dispuestas a votar por él.
Sanders no es el clásico socialista americano, sino uno mucho más radical. No es un secreto su apoyo a la dictadura castrista en Cuba e incluso admitió que alguna vez asesoró al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en cómo “combatir exitosamente” a los Estados Unidos.
Esta frase describe muy bien a Sanders y sus ideas: “Es divertido que a veces los periodistas estadounidenses hablen de qué tan mal está un país que la gente tiene que hacer filas por comida. ¡Eso es algo bueno! En otros países, la gente no se forma por comida, los ricos obtienen la comida y los pobres mueren de hambre.”
Para él, formarse por comida no significa empobrecimiento, sino algo “bueno”. Eso es lo que está pasando en Venezuela y no solamente escasea la comida, sino todos los productos básicos, la energía eléctrica, el agua y los hospitales no cuentan con material ni infraestructura suficiente para atender a la población, lo que está provocando el resurgimiento de enfermedades controlables y alguna vez erradicadas, como la tuberculosis y la difteria.
No solamente es Bernie Sanders, también está el ejemplo de la congresista demócrata (y diríamos aquí, “socialista fifí”) Alexandria Ocasio-Cortez, quien en diciembre presentó su propuesta de “New Green Deal”, criticada hasta por sus propios correligionarios por sus metas vagas e irreales y por el monumental dispendio de dinero público que significaría.
Pese a la evidencia, las fracasadas políticas socialistas y quienes las representan tienen probabilidades de ganar en Estados Unidos.
Una encuesta de Gallup publicada en agosto de 2018 muestra que un 51% de personas entre 18 y 29 años tiene una perspectiva positiva del socialismo y entre las personas de 30-49 años la preferencia es menor, pero tampoco despreciable (41%).
Otra encuesta hecha por BuzzFeed muestra que el 48% de personas de la generación Millennial (entre 22 y 37 años) y que mostraron inclinación por el Partido Demócrata, se identifican a sí mismas como “socialistas” o “socialistas demócratas.”
Seguramente esto es, en parte, una respuesta a los movimientos populistas de extrema derecha que llevaron a Donald Trump a ganar la presidencia de Estados Unidos.
Pero esto no quiere decir que el resurgimiento del socialismo sea algo “bueno”, los extremos de la izquierda y la derecha se tocan y tienen algo en común: la restricción de la libertad, y con ello, del elemento más importante para el progreso económico.
Basta con ver en los primeros 100 días del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, un político de “izquierda” cuyas acciones son más propias del conservadurismo. Un populista hecho y derecho, que con su ignorancia y mesianismo, lleva a México a un nuevo barranco económico.

El socialismo nunca ha sido solución para combatir la pobreza y desigualdad. ¡Al contrario!
A lo largo de la historia ha traído más miseria y corrupción de la que prometían abatir, pero sus defensores nunca lo admitirán. Inclusive muchos medios venderán la idea del socialismo como algo bueno y se rehusarán a llamarlo comunismo, alegando que son dos cosas diferentes.
Pero basta recordar lo que dijo alguna vez el mismo Vladimir Lenin: “La meta del socialismo es el comunismo.”
La advertencia está hecha, a los socialistas más duros les parece “bien” que haya filas para obtener comida. Aquí ya tuvimos filas para cargar gasolina y apenas es el inicio. No cabe duda que el socialismo es el camino a la pobreza, y el mundo se acerca peligrosamente a ese precipicio.
De supuestas “buenas intenciones” está pavimentado el camino al infierno económico.