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Liberar el agro boliviano de prohibiciones estatales

Liberar el agro boliviano de prohibiciones estatales

La actual crisis de la soya es apenas el botón de muestra de una coyuntura crítica generalizada en toda la producción agropecuaria, a raíz de la aplicación de una serie de políticas estatales intervencionistas en el sector. Particularmente devastadores han sido la prohibición y los cupos de exportaciones, que han llevado a Bolivia de tener

La actual crisis de la soya es apenas el botón de muestra de una coyuntura crítica generalizada en toda la producción agropecuaria, a raíz de la aplicación de una serie de políticas estatales intervencionistas en el sector.

Particularmente devastadores han sido la prohibición y los cupos de exportaciones, que han llevado a Bolivia de tener superávit en la producción de arroz a convertirse en un país importador en ese rubro(40% del consumo interno).

Algo parecido ha sucedido con el maíz, donde se pasó de la autosuficiencia a la importación.

En el caso de la soya, la política de cupos obliga a esperar a que seconozca el resultado de la cosecha para determinar los saldos exportables, lo que restringe a los exportadores bolivianos a cubrir pequeños huecos tardíos en el mercado internacional.

Otro sería el cantar si los soyeros pudieran hacer sus convenios de venta al exterior al inicio de la siembra, de manera temprana, como hacen los productores del resto del planeta.

Lo cierto es que el dirigismo agrario condenó al país a una “década perdida”, mientras que, por el contrario, un Paraguay de marco liberal creció a pasos agigantados.

El gran peligro es que, de persistir las políticas restrictivas que golpean a la producción, Bolivia podría enfrentarse en un plazo más bien corto a un desabastecimiento alimentario, siguiendo a Venezuela.

Por supuesto, detrás de este marco intervencionista no sólo hay anteojeras ideológicas obsoletas, sino también el interés de un empresariado masista (al modo de la boli-burguesía chavista) que se ha hecho a través de un “capitalismo de amigos” con el oligopolio de las cuotas de exportación.

Todo este complejo cuadro pasó algo desapercibido mientras duró el superciclo de los hidrocarburos, pero en el escenario actual una desaceleración agropecuaria y agroindustrial impactaría de manera más general a toda la economía boliviana, teniendo en cuenta que noexisten otros motores alternativos.

Ante esto, hay que remarcar que el agro necesita una agenda de libertad. La eliminación completa de los cupos y prohibiciones de exportación (no sólo de un 60%, como “generosamente” ha concedido el régimen evista) sería un primer gran paso.

Pero una propuesta más ambiciosa debería incluir la propiedad plena de la tierra, minimizando las extorsivas revisiones de la Función Económica y Social (FES). También la liberación de la innovación biotecnológica, por más que le pese a cierto socialismo seudo-ambientalista.

Si el oficialismo no parece capaz de llevar adelante este tipo de transformaciones estratégicas, tampoco se advierte una mejorpredisposición de parte del frente de Carlos Mesa, en cuyo equipo hay ex ministros que recientemente han dado muestras de seguir anclados en aquel discurso lamentable del “chip provinciano”, llegando a cuestionar la inclusión del agro cruceño en la nueva matriz energética nacional. Hay que buscar alternativas políticas.

Mientras tanto, los productores no han tenido más remedio que recurrir al discutible expediente del bloqueo, para hacerle saber al país que los bloqueados son ellos, por el asfixiante intervencionismo estatal en el agro.