728 x 90

El problema de Bolivia es el brutal avasallamiento del Estado aplastando libertades individuales. ¿Quiere comprar una casa? A peregrinar haciendo trámites, pagando impuestos y probablemente pagando coimas. ¿Quiere poner un negocio? A pagar doble aguinaldo, sueldos mínimos, etcétera. La explicación de porqué Carlos Mesa es mal candidato

El problema de Bolivia es el brutal avasallamiento del Estado aplastando libertades individuales. ¿Quiere comprar una casa? A peregrinar haciendo trámites, pagando impuestos y probablemente pagando coimas. ¿Quiere poner un negocio? A pagar doble aguinaldo, sueldos mínimos, etcétera. La explicación de porqué Carlos Mesa es mal candidato

Análisis de Antonio Saravia @tufisaravia  Ph.D. en Economía y profesor en Mercer University, Georgia, Estados Unidos (antonio.saravia@me.com) ——- ¿Por qué Carlos Mesa es un mal candidato? Carlos Mesa tiene sus virtudes, como todo el mundo, pero es un muy mal candidato. Tanto que en cualquier otra elección no debería ser una opción seria para la

Análisis de Antonio Saravia @tufisaravia

 Ph.D. en Economía y profesor en Mercer University, Georgia, Estados Unidos (antonio.saravia@me.com)

——-

¿Por qué Carlos Mesa es un mal candidato?

Carlos Mesa tiene sus virtudes, como todo el mundo, pero es un muy mal candidato. Tanto que en cualquier otra elección no debería ser una opción seria para la población. Veamos por qué. 

El país no sólo necesita sacarse a Evo Morales de encima. Una vez que eso pase, el país necesita de una hoja de ruta que responda a un diagnóstico claro y valiente de sus problemas. Y si Carlos Mesa hiciera ese diagnóstico entendería que el problema histórico fundamental de Bolivia es el sometimiento del individuo por parte del Estado.

En otras palabras, el problema del país es el permanente y brutal avasallamiento del Estado aplastando las libertades individuales. ¿Quiere comprar una casa? A peregrinar haciendo trámites, pagando impuestos y probablemente pagando coimas para acelerar el proceso. ¿Quiere poner un negocio? A pagar el doble aguinaldo, los sueldos mínimos, a registrarse con el ministerio, con la gobernación, con la alcaldía, etcétera. 

¿Quiere traer inversión al país? A coimear al ministerio correspondiente y prender velas a los santos para que no le nacionalicen la empresa o le cambien las reglas de juego. ¿Quiere comprar productos extranjeros? Lo tendrá que hacer ilegalmente (de contrabando) porque el Gobierno le hará llenar registros y le cobrará impuestos si lo hace abiertamente. 

¿Y si tiene problemas legales que resolver? Que Dios lo ayude. La justicia es un calvario. Toda esta intromisión estatal en nuestras vidas hace que Bolivia sea, literalmente, el país con la mayor tasa de informalidad del mundo.

Es muy poca la gente en Bolivia que hace las cosas legal y formalmente. No porque seamos todos bandidos y corruptos por naturaleza, sino porque no queda otra en la lucha desigual entre un Estado elefantiásico y el individuo o empresa de a pie. 

Este diagnóstico es indispensable porque si entendemos que el individuo enfrenta todas estas trabas para desarrollar su trabajo, sus habilidades, sus ideas, su emprendimiento, entonces entenderemos por qué es imposible crear riqueza. Esto es fundamental. La riqueza la crean los individuos, no los Estados. Y si los individuos no lo pueden hacer por la intromisión estatal omnipresente, entonces Bolivia nunca saldrá del subdesarrollo.

¿Entiende esto Carlos Mesa? Ni de lejos. Escuche usted sus mensajes y sus discursos. Encontrará frases huecas de típico político populista como “igualdad, equidad, inclusión”, “todos podemos hacer el futuro juntos”, “medioambiente e igualdad de género”, “con ustedes, por ustedes y para ustedes”. Cosas que venimos escuchando de los políticos desde la Grecia de Aristóteles. 

Un candidato serio debería proponer a voz en cuello la urgente necesidad de liberar al individuo del Estado. Específicamente:

 1) Reducir el tamaño e influencia del gobierno. Yo propondría, por ejemplo, y sólo para empezar, reducir a la mitad el número de ministerios y eliminar al menos el 60% de la planilla de empleados públicos. Un gobierno elefantiásico como el que tiene Bolivia sólo significa una carga fiscal, una burocracia que se come vivos a todos aquellos que quieran formalizar sus negocios y un nido de corrupción que le socava al individuo su poca plata y dignidad.

 2) Reformar el sistema judicial y proteger a capa y espada la propiedad privada. Carlos Mesa ha mencionado la necesidad de reformar el sistema judicial para acabar con el uso político que de éste hace el actual régimen. Más vale. Pero esta reforma tiene que ir mucho más allá. Si reducimos el tamaño del Estado y las múltiples reglas y regulaciones para hacer actividad económica, tendremos mucha menos necesidad de recurrir tan frecuentemente a la justicia.

 3) Abrir la economía y formalizar la libre importación para que todos los negocios que actualmente se dedican a eso lo hagan legalmente. ¿Por qué debemos restringir la decisión de ciudadanos libres de comprar productos extranjeros? ¿Para proteger a los empresarios bolivianos? Más que tarifas protectoras, lo que los empresarios bolivianos necesitan es menos impuestos, menos tramitología y menos imposiciones a sus costos de producción. ¡Los empresarios bolivianos tienen que pedir permiso hasta para exportar!

4) Eliminar la mayoría de las regulaciones a la empresa privada. Esto implica fundamentalmente liberar el mercado laboral (no más salarios mínimos ni doble aguinaldo) para que las empresas tengan incentivos nuevamente de contratar trabajadores.

Carlos Mesa no propone nada de esto. De hecho, ha dicho que su programa económico ¡se elaborará consultando a la gente! ¿Existe algo más populista que eso? Pero es tan poca la comprensión de Carlos Mesa del diagnóstico anterior que no es capaz de criticar al régimen actual por hacer exactamente lo contrario. En efecto, con el MAS, el Estado pisotea campantemente y más que nunca al individuo.

 Carlos Mesa critica severamente al régimen por violar la Constitución y atornillarse en el poder, pero no le critica su proyecto económico para el país. De hecho, su crítica a Evo Morales es que éste piense que “el poder es más importante que el proyecto”. ¿Cómo? ¿Quiere decir Carlos Mesa que el proyecto de Evo Morales no es un problema? Es decir, ¿si Evo Morales fuera un demócrata habría que aplaudirle su proyecto político/económico? 

No nos equivoquemos, el régimen actual no es de lo peor que le haya pasado a Bolivia sólo por sus ansias de poder, sino precisamente por su proyecto político/económico que propone un socialismo trasnochado que sigue aplastando las libertades individuales. El día que Carlos Mesa entienda esto es posible que llegue a ser un buen candidato. Por ahora, es el mal menor.

Fuente: Antonio Saravia