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Aquí no hay playa ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa ¡vaya, vaya!

Columna crítica gastronómica de RFG En Santa Cruz no hay mar y por tanto no hay playa… y como dice la canción ¡vaya, vaya! Pero si podemos encontrar toda la amalgama de “bichos de mar” en el Restaurante Puro Mar que desde hace ya ocho años surca las orillas cruceñas cerca del ZOO y sus

Columna crítica gastronómica de RFG

En Santa Cruz no hay mar y por tanto no hay playa… y como dice la canción ¡vaya, vaya! Pero si podemos encontrar toda la amalgama de “bichos de mar” en el Restaurante Puro Mar que desde hace ya ocho años surca las orillas cruceñas cerca del ZOO y sus olas se extendieron cerca de la Beni y la Alemana.

Como marineros de agua salada, Fernando y quien les escribe, amarramos nuestra nave en el noray de “Puro Mar” ¿Por qué amamos el mar? Es porque tiene un poder potente para hacernos pensar cosas que nos gusta pensar y degustar.

Con tendencias peruanas del pacifico, los platos que prepara el joven Calixto están más que en su punto, y decir esto ya es mucho pues teniendo a Fernando de compañero de mesa el nivel crítico de la cocina en un mar sin playa ¡vaya, vaya!

Sobre la mesa como es típico en la cocina tradicional peruana concha tostada y una salsa con matices picantes y una copa de vino blanco corriente a precio de Reserva. ¡No sé cuándo aprenderán en esta ciudad a poner los precios de los vinos adecuados a su realidad!.. pues media copa de vino de esta calidad no llega a 4 pesos, y que te cobren 25 es un atraco, parece que quieren que la gente no beba vino. ¡Chorreo para la simpática mesera… que no tiene ninguna culpa! Obedece las normas de la casa.

Llega un plato de parihuela con un cangrejo de mar o centollo de sombrero, la típica y deliciosa sopa icono de la gastronomía peruana se prepara a base de pescados y mariscos, popularmente se conoce como el famoso “levanta muerto”, y doy fe que resucitó el estómago. Fernando que se las sabe todas y estamos en crisis sanitaria pidió un ceviche, este plato guarda una estrecha relación con la buena salud, ya que aporta factores de hidratación y en algunos casos favorece a la protección inmunológica y respiratoria.

Según mandan los cánones, me zampe el centollo usando el cascanueces para crujir las patas del bicho, un acierto ofrecer este utensilio al marinero gastronómico.

El ceviche según comento mi amigo Fernando, en su punto, con su jugo el ceviche la deliciosa leche de tigre y el auténtico sabor cítrico y picante, presentaba una buena presentación fondo de pescado fino, (por cierto, de río), apio, cilantro y otros. Un buen “mascaron de proa”.

Un buen resultado gastronómico en PURO MAR, donde el arte gastronómico de los marineros no deja nada al azar. En resumen, repetiremos y un notable alto, para un local de mar donde no hay playa ¡vaya, vaya!